martes, junio 06, 2006

21º.- La mujer de plata


POST: La mujer de plata (16 mayo)
Autor:Silvia Roljic. BLOG: Una pasajera en chanclas
NOMINADO: Por Javier Mas (40).Motivo, el primero porque derrama poesía y se lo merece y el segundo y no menos importante porque se ha atrevido a colocar su fotografía

Una de estas mañanas me desperté coqueta. Ya tenía la ropa preparada del día anterior, y quise ponerme unos pendientes y un anillo. Elegí los pendientes, y buscando el anillo encontré uno de oro blanco, con un corazoncito y un diamante en el centro. Muy fino. Me lo regaló el padre de mis hijas, hace mil años, con los pendientes a juego. Me lo puse, y lo llevo todavía. Es tan fino y delicado... Creo que me sienta muy bien. Fué un buen regalo. Por otra parte, unas compañeras y amigas del trabajo me propusieron que escribiera un cuento cada mes, para su revista "El salmón", tachada de radical. Y yo, me miré el anillo y se me ocurrió este cuentecito:
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LA MUJER DE PLATA
Nunca se cansaba de admirarla, embelesado, sobre todo cuándo la noche era completamente negra, y ella concentraba toda la energía que poseía proyectando una suave luz blanquecina que acariciaba el rostro de él.
Qué hermosa es. Pensaba el hombre de la Luna. Ojalá pudiera tan sólo acariciarla una vez en mi vida...
Poco se imaginaba él que era correspondido por aquel hermoso satélite de piel blanquecina y enigmáticos encantos. Amaneció, y el Sol enrojeció, avergonzado, y se fué ocultando tras una rocosa montaña gris. Sin embargo, aún asomaba una parte de su esférica masa corpórea que iluminaba tímidamente el espectáculo. La Luna se convirtió en una imperceptible lluvia de plata que bajó hasta la Tierra, y cuando chocó con el asfalto de una solitaria carretara, sintió cómo sus destellos se materializaban en una mujer muy bella y pálida, con la cabeza alta y la mirada perdida en el final del camino. Avanzaba con sus pies desnudos con gran seguridad, sin intención de tenerse. El Sol, furioso, se encendió más que nunca, sabiendo que iba a perderla. Intentó quemarla con sus abrasadores rayos, pero la mujer de plata no se detuvo hasta llegar al lugar dónde estaba su amado. Él la reconoció nada más verla, y la recibió con el corazón palpitando sólo por ella. Tras el encuentro, y cuándo al celoso astro no le quedaba más remedio que irse apagando, él le preguntó con la voz temblorosa...
-¿Cúando volveré a verte?.
El silencio de ella fué estremecedor.
- Sabes que si te vas, mi corazón dejará de latir...- susurró el hombre
-Lo sé-dijo ella brillando cada vez más volatizándose en lágrimas de plata que volaban tristemente hacia el cielo.
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